“Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio”. Mahatma Gandhi
Los venezolanos somos víctimas de una agobiante crisis a todos los niveles de la sociedad, nos mantiene en constante vilo y si se quiere, sin temor a ser tremendista nos tiene sumidos en un estado de pánico latente que dispara nuestras alarmas de manera constante y automática. Nos vuelve presas de un temor colectivo bien fundado.
Sentimos pavor de enfermarnos y no contar con medicamentos ni atención, tememos salir a la calle y ser víctimas del hampa o de cualquier otra forma de violencia, nos aterra la idea de ver como se vacían nuestras despensas sin tener la posibilidad de conseguir nuevamente comida para alimentar a nuestras familias, sentimos miedo de quedar sin luz, dos, tres o cuatro veces al día; que algún electrodoméstico se dañe y que nadie responda por ello. El “pánico colectivo” nos paraliza.
Toda esta suma de miedos, que tristemente vemos como se van haciendo realidad, nos sumerge en un estado general de desconfianza hacia todo, nos encamina a hacernos intolerantes con nuestros semejantes, muchas veces sin percatarnos que ellos también son víctimas de los mismos padecimientos.
La intolerancia va agotando la solidaridad, deja de importarnos el mal ajeno y nos hace solo fijar nuestra atención en el beneficio o subsistencia personal. Somos intolerantes al omitir las más mínimas normas de cortesía, al contestar de forma airada, al no respetar los derechos y al aprovecharnos de la desgracia ajena.
Pero también nos despojamos de la tolerancia cuando no respetamos la forma de pensar del otro, tratando de imponer nuestro criterio a costa de lo que sea, cuando discriminamos o menospreciamos a las personas por su raza, condición social o ideología política.
Esta forma de pánico que nos hace intolerantes no ha sido espontanea. Ha sido guiada desde quienes gobiernan hacia el corazón de la sociedad venezolana. Nos han convertido en seres incapaces de reconocer al adversario y de darle el justo valor. Nos han enfrentado… ¿Valdrá tanto el poder como para desaparecer todo aquello que representa el civismo y los valores humanos y caer en la más infame de las anarquías?
Lo repetiré una y otra vez, el rescate de los valores, los principios y la convivencia social son fundamentales para lograr los cambios políticos que nos pongan nuevamente sobre los rieles del progreso y el bienestar.
José Manuel Rodríguez
Asesor/Consultor Político
@joserodriguezasesor
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