Y llegó… la semana mayor, por María Auxiliadora Dubuc

Y llegó… la semana mayor, por María Auxiliadora Dubuc

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A los venezolanos nos están acechando diariamente los síntomas de la ruina total de una Nación, una que otrora fue un rico y prospero paraíso terrenal. Ahora en Venezuela, el caos es la regla y la situación de necesidad es una condición, por lo que la queja es el pan de cada día. Los nativos sufrimos vejaciones y maltratos por parte de las autoridades, pero atrapados como estamos en las fauces de quienes detentan el poder, nos chupamos nuestra realidad, y así continuamos ya casi sin misión de vida, pero piadosos como somos, con una fe inmensa, que mueve montañas.

De esta forma, llega la Semana Santa, una que me sirve para rememorar los recuerdos de la infancia, con mucha nostalgia, sobrevienen aquellos recuerdos imborrables de un pasado feliz, esas tradiciones que nos diferencian de otros países y que nos hacen sentir el orgullo de la venezolanidad.





La Semana Santa recuerdo en Caracas, comenzaba con la bajada de los palmeros de Chacao, quienes subían al Ávila unos días antes para ir seleccionando las palmas y ramas con las cuales se celebra la llegada de Jesús Cristo, alrededor de esta tradición se agrupan tanto a jóvenes como a adultos mayores, y a los más pequeños (4 ó 5 años) se les conoce como “palmeritos”.

De esta manera, llega el Domingo de Ramos, el Jesús del Huerto, de la Capilla de la Trinidad, y luego destacan, el lunes, el Jesús en la Columna, de La Candelaria. Para el martes, la Humildad y la Paciencia, de Catedral; así hasta llegar al Miércoles Santo donde la tradición dicta venerar al Nazareno, en varias ciudades centenares de personas visten de morado y hacen una procesión hacia un templo para pagar las promesas ofrecidas, entre los Nazarenos famosos están el de Santa Rosalía y nuestro Nazareno de San Pablo, en la iglesia de Santa Teresa; a las nueve de la mañana cuando se celebra la misa mayor. Pero, en las distintas regiones se puede ver la veneración del pueblo católico, el Nazareno de Achaguas en el Estado Apure y la procesión del Santo Sepulcro, del Estado Aragua, específicamente en Villa de Cura, a donde llegan feligreses de todas partes del país.

El Jueves Santo (Última Cena), era un día de gran solemnidad, se veneraba el Cristo de Burgos, en la Altagracia. De la Casa Amarilla a la puerta principal de la Catedral, en dos filas estaba tendido un batallón en uniforme de gala. Se entonaban las notas del Himno Nacional, y hacia su entrada el Presidente de la República, quién recibiría las llaves del Sagrario del señor Arzobispo. Al Presidente le acompañaban los Ministros, el Gobernador y el Cuerpo Diplomático. Para la procesión, el Presidente tomaba el Pendón, y era de oír emocionado en medio de tanta solemnidad la célebre marcha fúnebre de Pedro Elías Gutiérrez “Viernes Santo”.

En la tarde era tradición escuchar las siete palabras, los mejores oradores sagrados se dejaban oír y la música sacra alternaba con las mejores voces de Caracas conmoviendo así, el espíritu de todos los fieles.

El Viernes Santo (Día de la Crucifixión), la gran solemnidad de la Dolorosa y el Santo Sepulcro de San Francisco. Especialmente este día se producía una movilización mayoritaria de ciudadanos, pues los creyentes visitaban un total de 7 templos para acompañar a Jesús en los 7 momentos más importantes de su pasión.

“¡Más buscado que palito de romero!”, dice el dicho en criollo. Esta frase se relaciona con la Semana Santa venezolana y tiene su origen en que los Viernes Santos se solía salir al campo o a los alrededores de los pueblos a buscar siete palitos de romero los cuales, según la creencia, podían evitar los rayos y centellas.

Así pasaba la Semana Mayor, hasta llegar al Domingo de Resurrección, (triunfo de Cristo sobre la muerte) cuando se realiza la quema de Judas, una costumbre muy extendida, que tiene siempre un toque local, pues las personas que quieren castigar al apóstol traidor aprovechan la oportunidad para señalar a alguna autoridad política de la región o del país por sus negligencias. Para ello utilizan usualmente un muñeco que tenga los rasgos físicos del personaje público que despertó antipatía en la población, y luego lo destruyen con fuego.

Siguiendo siempre las viejas costumbres, los caraqueños se reservaban sus mejores trajes para lucirlos en Semana Santa, y no solo eso, sino que sastres y modistas estaban atareados por aquellos días. Desde el jueves al mediodía cerraban los negocios hasta el sábado después del Aleluya. Caracas se excedía en arte y lujo en la confección de sus Monumentos. Parecía como que cada iglesia quería rivalizar y unos por fe y otros por admiración y los más por curiosidad, se daban a la tarea de visitar todas las iglesias.

En cuanto a la gastronomía, aunque no se preparan muchos platos típicos en los centros poblados más grandes, la mayoría de los devotos cumplen con la restricción de no comer carne. En zonas del interior del país se hacen los famosos sancochos de pescado, especialmente en la zona costera, o el pastel de morrocoy en Los Llanos, así como en Falcón utilizan iguana. Lo más extendido en todo el territorio era, sin embargo, el dulcito de arroz con leche o con coco, que se podía conseguir con facilidad.

Adicionalmente, una de las principales tradiciones durante la Semana Santa en Venezuela era sin duda hacer turismo, además de cumplir con los rituales de estas fechas, los venezolanos, nos dedicábamos a pasear y disfrutar momentos de esparcimiento, era época de descanso y unión familiar. Era tradición que durante la Semana Santa los terminales se convirtieran en un caos total, con abrumadoras cantidades de viajeros con el morral de ropa y colmados de las emociones que genera salir de viaje, conocer sitios nuevos y descansar.

Hoy vivimos una Semana Santa bien distinta, lo que antes era una época de respeto, consideración y de alta religiosidad y en todo caso de descanso, se convirtió en un momento de preocupación y caos total. Las iglesias en el Centro de Caracas, con muy pocos feligreses, las calles vacías, ya no hay expendedores de chicha ni de dulcitos criollos ni tampoco venta de reliquias o adornos religiosos, estampitas y otros y los monumentos tristes, sin el despliegue de adornos ni flores de antes, los templos lucieron tristes y pobres en todos los sentidos.

Si bien es cierto que Nicolás no participa de estos actos religiosos, decretó la Semana Santa de asueto nacional, digamos que nos dio una semana de vacaciones, la mayoría nos quedamos en casita, pero no con la intención de visitar los 7 templos porque en su mayoría están cerrados dada la alta peligrosidad y el hampa al asecho. Tristemente, en muchas Iglesias no se repartió la tradicional palma bendita el Domingo de Ramos por falta de recursos, de modo que se les pidió a los feligreses adquirieran su propia palma, para celebrar el rito de la bendición, dado el alto costo de las mismas. Igualmente se planteó el hecho de no contar con suficientes ostias para todos los feligreses en algunas iglesias, de modo que el colmo, hasta la comunión está en peligro de desaparecer, con lo que concluimos que hasta cumplir con nuestros rituales propios de las fechas religiosas se ha convertido en una tarea bien cuesta arriba.

Por otro lado, no entiendo como ha hecho la gente en Semana Santa, para adquirir el pescado, el cual está en el mercado a precios exorbitantes y ni hablar de los dulcitos, arroz con leche o con coco, imposible, no hay arroz y azúcar menos. De modo, que en esta Semana Mayor de revolución bonita, la gente comió lo que pudo comer, si es que pudo, como lo viene haciendo desde hace tiempo. Sin embargo, hay muchos que en resistencia, luchan por mantener sus costumbres religiosas, pero ahora esto ya no tiene tanto valor, dado que el estado de necesidad en que vivimos desborda lo espiritual.

Por otro lado, la otra tragedia del venezolano es la falta del dinero en efectivo, la cual se ha agudizado en los últimos meses y ha provocado que la afluencia de viajeros disminuya considerablemente con respecto a otros años, de modo que tampoco pudimos salir de vacaciones en Semana Santa, nada de arenita playita, ni de tomarse un traguito. En reconocimiento a ello, Nicolás no decretó ley seca, medida que se aplica para evitar que los temporadistas tomen más de la cuenta y ocurran accidentes, no hubo necesidad, ya que los precios de los licores este año hacen que la gente se autoimponga la abstención.

Así que los venezolanos, no pudimos pasear, y quienes tuvieron la fortuna de hacerlo es porque poseen una abultada cuenta bancaria dados los exuberantes precios que ostentan los servicios turísticos, lanchas, restaurantes, posadas, en las playas venezolanas. En conclusión el enemigo número uno de todos: la hiperinflación desbordada.

De modo que en este orden, la mayoría de los temporadistas se vieron obligados a desistir de su viaje, porque destinar parte del dinero en actividades recreativas o incluso en un helado, se ha convertido en un verdadero lujo para los venezolanos, quienes ven cómo su dinero es pulverizado por la crisis económica que se acentúa cada día mas, ante la ausencia de políticas públicas que corrijan el desmadre.

Así que nos quedamos en casita como dije antes, pero eso si con nuestra tragedia a cuestas, sin servicios, si se trata de la luz en muchos casos se ha ido completamente en otros es racionada, de modo que en muchos estados del país, pasaron Semana Santa a oscuras y si nos referimos al tema del agua el asunto es por el estilo, los cinco municipios de Caracas se vieron afectados por los trabajos de reparación en los sistemas Tuy I y II durante los días santos, para llevar a cabo acciones correctivas durante 37 horas, por lo que en total, cerca de 1,3 millones de personas dejaron de recibir el servicio de agua potable durante esta Semana.

La verdad es que la calidad de vida de la población venezolana ha ido disminuyendo a pasos agigantados en los últimos años. A la escasez de alimentos y medicamentos se suma esta hiperinflación que impide que las personas compren lo que necesiten y a esto debe añadirse la falta de dinero en efectivo, que si bien no es nueva, cada día toma mayores dimensiones limitando hasta las transacciones más básicas.

Con esta merma en la calidad de vida, nuestras tradiciones se han ido a pique, esas que perduran desde la época de la Colonia y que hoy están en franco deterioro. Sin embargo, en el núcleo de la mayoría de los hogares la fe por Cristo Redentor es muy fuerte y la Semana Santa es uno de los momentos en los que ese espíritu se manifiesta elevándose en su forma más visible, así que con sacrificio, lucha y mucha oración pasamos la Semana Mayor.

Es importante recordar que, de acuerdo con el evangelio, Jesús se sacrificó por el perdón de los pecados de todos los hombres, y por esa misma idea los venezolanos, pese a la crisis que atravesamos cumplimos con nuestra Iglesia con una fe infinita en que Dios meterá su mano para sacarnos de este atolladero en el que nos encontramos.

El Domingo de Resurrección, fieles a nuestras tradiciones, quemaremos a los traidores, muchos serán los personajes que veremos consumirse este día. Sin embargo, más allá de eso, oramos esperanzados confiando con fe infinita, que ocurra el milagro del día de la Resurrección para nuestro país y podamos verlo resurgir, prospero y abundante. Que así sea. Amén.

MARIA AUXILIADORA DUBUC P.