Perspectiva de lucha, por @maxsuarezd

thumbnailmaxsuarez

 

A poco más de un año desde que los venezolanos reaccionaron con protestas ante los atropellos institucionales del gobierno en contra de la Asamblea Nacional, conviene que reflexionemos el motivo por el cual, la realidad no se ha sincronizado con las expectativas del pueblo, y así, poder identificar las propuestas que actualmente se encuentran sobre la mesa.





Por una parte, pareciera que el gobierno logró sortear la conflictividad social, imponiéndose desde la represión, con una fortaleza inamovible al poder, lo que, en el imaginario silente, le permitiría aguantar mientras mejoran las condiciones económicas que le garantizarían la perpetuidad. Pero, para lograr este frágil control del caos, debieron pagar un alto precio, o por lo menos, eso fue lo que nos dijeron los líderes opositores mientras duraban las protestas: ¡Sí el gobierno reprime, se desenmascara la dictadura! ¡Sin cerveza, se cae la popularidad del gobierno! ¡La comunidad internacional no va a permitir que se instaure la dictadura! Entre muchas otras frases que se nos han tatuado en la opinión pública.

Sin embargo, hacer un balance político desde las consecuencias, no nos permite identificar la estrategia generalizada que aún sostiene al gobierno. De hecho, si lo analizamos en retrospectiva, podemos identificar, a partir de la derrota electoral que ubicó a la oposición con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, que el gobierno siempre ha utilizado la misma táctica, tanto en la contención de daños, como cuando se hizo evidente el conflicto de poderes (AN, TSJ, Ministerio Publico) e incluso, con el manejo político del conflicto social, en todos y cada uno de los escenarios, la máxima latina de divide et impera ha sido el denominador común que nos han intentado ocultar, y ahora, dominados por el famoso “divide y vencerás” nos aproximamos al máximo reto planteado desde el gobierno, las elecciones presidenciales.

Y fíjense que han logrado dividir a los actores políticos, que por lo menos existen cinco perspectivas, desde las cuales se intenta enfrentar las pretensiones del gobierno, a la vez que se atacan entre sí: Primero, están quienes consideran que, independientemente de la institución convocante de las elecciones presidenciales, es una oportunidad para aprovechar la poca popularidad del presidente y candidato a la reelección, para derrotarlo electoralmente, y a pesar de las amenazas latentes de la imposición del gobierno mediante un fraude electoral, consideran que pueden obtener una victoria, siempre y cuando todos participemos en las elecciones, lo que nos conduce a la segunda perspectiva, la de los abstencionistas, quienes argumentan que en las pasadas elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, el gobierno violó todos los procedimientos y garantías electorales, evidenciando el fraude que deslegitima a la institución convocante del adelanto de los comicios. De hecho, fue tal el impacto discursivo de este grupo, que, a pesar del fraude evidente, le atribuyen la derrota electoral de la oposición en las pasadas elecciones regionales y en las municipales, lo que presionó a que la principal coalición opositora cambiara su nombre, miembros, e incluso, a que abandonaran la perspectiva de lucha electoral, enfocándose en la tercera perspectiva que analizaremos, la de la presión internacional, que elevando las banderas de los presos de conciencia, el deterioro de los Derechos Humanos y la imposición dictatorial, intenta justificar una intervención internacional desde el ámbito económico, político, humanitario, hasta el extremo militar, pero esta perspectiva supone navegar en las traicioneras corrientes de la diplomacia, y sólo habiendo agotado todos los canales para superar el conflicto, pudieran justificar algún resultado medianamente tangible, lo que condiciona la necesaria perspectiva del dialogo, la cuarta que contemplaremos, por sus posibilidades más que por sus resultados, ya que el secretismo y manipulación con la que se han manejado los escasos actores que han participado en estos escenarios, han permitido el direccionamiento de discursos críticos, replicados con facilidad desde la quinta perspectiva en la que nos ubicaremos, la del pueblo, que se mantiene unificado en la crítica hacia el gobierno, e independientemente del sujeto o sus intereses, cada argumento conlleva una crítica que justifica su opinión y posición.

Pero, si analizamos en conjunto, a estas cinco perspectivas y otras aún más minoritarias que no han sido negadas, pudiéramos encontrarnos que todas suponen una dependencia de acciones externas, conducida por otros. Unos están esperando a que el pueblo salga a votar, otros, que la comunidad internacional restituya, en nuestro país, las condiciones democráticas, están incluso aquellos que aún tienen esperanzas en que a nuestros militares los ilumine un halo sagrado de conciencia repentina y están aquellos que, simplemente pretenden sobrevivir con algo de alimentos y/o medicinas. Pero, ninguno, absolutamente nadie, se ha propuesto incentivar una perspectiva de lucha que sea unificadora, que se pueda asumir, independientemente desde la trinchera en la que el gobierno cree que nos tiene arrinconados. Es más, el sólo hecho de virar hacia el gobierno y usar las energías, en luchar y permitir que los demás luchen, garantizaría que, lo que hoy fortalece al gobierno se convierta en su principal debilidad.

Max Suarez D’Addario