Joven detenido en El Dorado por protestar: Si tengo que volver a luchar por Venezuela, lo hago

Foto: Correo del Caroní
Foto: Correo del Caroní

A un año de las protestas de 2017, madres de expresos políticos recuerdan la agonía que pasaron al tener a sus hijos detenidos arbitrariamente y sin garantías de respeto a sus derechos humanos. Maltratados, juzgados por tribunales militares, enviados a la cárcel de El Dorado, enfermos de paludismo, forman parte de los casos de estudiantes que fueron privados de libertad por protestar: es otra de las aristas a la luz de los doce meses de aquellos días de gestas de calle pero, también, de las sombras que cayeron sobre muchas familias y sobre un país, según reseñó el Correo del Caroní.

Por Jhoalys Siverio

Hace un año salieron a protestar por un objetivo en común: el cambio de gobierno, y con ello, la libertad de Venezuela. A pesar de los meses de lucha y la cruda represión del régimen, no se logró, pero miles de jóvenes en todo el país fueron presos políticos. Muchos de ellos fueron juzgados ilegalmente por una jurisdicción militar.





Como el peor día de sus vidas o la experiencia más traumática recuerdan las madres de esos jóvenes el momento en que sus hijos fueron detenidos, privados de libertad y, en algunos casos, enviados a una cárcel de alta peligrosidad como el centro penitenciario de El Dorado, en el municipio Sifontes del estado Bolívar.

Karina Cuevas es madre de Sergio Guevara, uno de los 10 estudiantes de la Universidad Pedagógica Experimental Libertado (UPEL) en Maracay, juzgados ilegalmente por un tribunal militar, y recluidos en la cárcel de El Dorado.

“Eso significó para mí una tragedia de la cual nunca imaginé que viviría en este país que fue tan rico y bondadoso. Espero no vivirlo nunca más”, expresa.

Para ella valió la pena la lucha de su hijo y el resto de los jóvenes, aunque admite que la idea no es sacrificarse, pero lo hacían por la convicción de lograr un cambio en el país, a la vez que “demostramos al mundo que estamos en desacuerdo con esto que vivimos”.

Karina considera que más que un aprendizaje, su vivencia fue una experiencia.

“De esto no se puede sacar nada bueno”, afirma, al tiempo que rectifica y asevera: “aprendí que tengo más fuerza como madre y la valentía para luchar por mi hijo en el momento que sea”.

Los sacrificios de una madre

Adriana Padrón es madre de Kevin Rojas, también estudiante de la UPEL que fue recluido en El Dorado. Su caso es particular, pues es uno de los cuatro jóvenes de ese grupo que se contagió de paludismo estando privado de libertad.

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