La transición a la democracia, por Luis Velázquez Alvaray

Luis Velazquez Alvaray

Cada país construye su sistema político basado en sus particulares circunstancias. Suele suceder que los países modernos profundizan en la búsqueda de la libertad, mientras el nuestro cayó en un socavón donde se han enterrado tantas conquistas. Este hundimiento fue además producto de un engaño masivo y muchos, millones pensamos, que se presentaba la oportunidad de abrir las puertas a una Venezuela inclusiva, moderna y con el corazón latiendo con nuestra sangre libertadora.

Las cifras de un país que se cae son espeluznantes. La fortaleza del venezolano es tal que resiste las andanadas de una dictadura delirante, que es falsa en todo y se derrumba como todo lo que se sustenta en el camino contrario a la historia de los pueblos.





Los últimos acontecimientos son importantes para el fortalecimiento de ese proceso de transición. Mejor dicho forman parte de él, por lo que es bueno aclarar que se trata de un periodo histórico, que va forjando sus bases, no se construye de un momento para otro, ya que se trata de una batalla compleja,  de grandes proporciones en todos los ámbitos: político, económico, social y cultural.

Estos duros momentos van dejando grandes enseñanzas. La primera, que debemos fortalecernos como un movimiento complejo, diverso y plural. La lucha política crea, pero a la vez desconstruye. No es fácil derrocar el autoritarismo.

El paso que nos permitirá superar la navegación por este charco de podredumbre, será el reforzamiento de los partidos políticos democráticos, que son insustituibles en un régimen de libertades. Deben   disponer de energías para alterar este bullicio vergonzoso y mezquino.

No es fácil lo que cada partido y grupo social han hecho hasta hoy. Es una lucha heroica, también llena de errores como todo proceso humano. Nada ganamos con traerlos a colación. Así nos equivoquemos, la lucha es de todos y la meta es el triunfo final de los demócratas.

Es necesario insistir en el proceso de Constitucionalización. Se puede recorrer este trayecto, sin olvidar las bases modernizadoras, que deben protegernos de nuevos intentos autoritarios, que nunca desaparecerán completamente del camino.

La descentralización entenderla modernamente, más nunca olvidarla. La fuerza de esta, erosiona el malvado caudillismo y revitalizará la vida municipal, destruida por esta maquinaria política del mal.

Como lo han explicado los estudiosos de estos procesos en el mundo, es vital la creación de una verdadera ciudadanía, que respete y sea educada para comprender e impulsar la divergencia, sustentada en la Constitución y en la Ley, en la idea de la separación de poderes, de la libertad de expresión y del fortalecimiento de los medios y las redes sociales, que son el canal irreversible para el avance del pluralismo.

La transición es el impulso del pueblo con la ayuda del mundo. Es un acontecimiento imparable.