Griselda Reyes: Engullendo su propia cola

Griselda Reyes: Engullendo su propia cola

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Tal como el uróboros engulle su propia cola, así está la oposición venezolana, en una lucha eterna, en un esfuerzo inútil por convencer a la población de no votar el venidero 20 de mayo en unas elecciones presidenciales que, si bien están amañadas desde su convocatoria, son una de las vías a seguir para resquebrajar el régimen dictatorial que hoy representa Nicolás Maduro.

Hoy, esas organizaciones que dicen integrar el Frente Amplio Venezuela Libre son la máxima antípoda de la política. Se trata de una dirigencia que no sabe guiar a la gente y que prefiere cruzarse de brazos creyendo que de esa manera deslegitimarán a Maduro. Sin estrategia, sin Plan A, B o C, sólo imbuidos por un deseo irracional de llamar a no votar.





A poco menos de un mes de las elecciones, no han logrado darle rumbo ni sentido a ese Frente Amplio. Apenas atinan a convocar acciones desorganizadas y sin sentido; con más valor simbólico que efectivo; y divididos como siempre, peleando entre sí para ver quién se alza con el título de “líder de la oposición” que todos se arrogan, y quién acapara más espacio en las redes sociales.

¡Tic, Tac! ¡Tic, Tac! Y mientras tanto, el tiempo pasa y no solamente juega en contra de las organizaciones políticas que dicen adversar a Nicolás Maduro, sino que deja su cicatriz más profunda en los venezolanos que, lejos del debate estéril, intentan sobrevivir en un país cuya crisis humanitaria cobra decenas de vidas a diario por la desnutrición, la escasez de medicinas y la debacle del sistema nacional de salud pública… Y a dicho Frente Amplio Venezuela Libre parece que esa realidad poco les duele o poco les afecta.

Pregúntenle a Nicolás Maduro si le importa algo lo que piense la oposición. El Psuv y la recién conformada organización Somos Venezuela tienen desde hace tiempo su Plan A, Plan B y Plan C listos para organizar, movilizar y obligar a votar por el candidato único a sus cinco millones de electores “duros”, votos que serían suficientes para entregarle el país en bandeja de plata durante seis años más.

Deslindarse del voto como lo está haciendo un sector de la oposición, es incongruente con su proceder, pues esos partidos que hoy llaman a quedarse en sus casas de brazos cruzados el día 20 de mayo, se midieron con el mismo CNE en las legislativas de 2015 – obteniendo las dos terceras partes de la Asamblea Nacional –; activaron ante ese árbitro electoral el referendo revocatorio al mandato de Nicolás Maduro en 2016 – que fue anulado en instancias judiciales tras alegar excusas que nadie se creyó –; y acudieron a las elecciones regionales de 2017, para luego abandonar en las municipales de finales de año y allí tienen los resultados.

Algunas organizaciones fueron invalidadas para participar en las presidenciales y, al parecer, esto fue motivo suficiente para despertar la mezquindad en sus dirigentes y llamar a la abstención al ver que no tendrían posibilidad alguna de aparecer, como dicen los hípicos, en la “photo-finish”.

Parafraseando al amigo Álvaro Toro, “la legitimidad no sólo tiene vigencia e importancia en un régimen democrático, al cual le es esencial. En una dictadura, que por definición no es legítima, de nada vale. En un régimen autoritario, al cual le sirve sólo de fachada, la da o la quita la mayoría, nunca la abstención… Ningún régimen pervertido ha salido jamás por la abstención”. ¿Es difícil entender esto?

Votar, estimados amigos, es una de las vías, porque las demás que se vienen adelantando son igualmente válidas: la presión internacional, el cerco financiero a quienes se han enriquecido de manera ilícita con los recursos de todos los venezolanos y mantener la coacción para lograr reglas de juego claras o para hacerlos cometer la trampa.

Esta es la primera oportunidad real que tenemos de enfrentarnos con una mayoría abrumadora ante el régimen. ¿Vamos a desaprovechar esa oportunidad?

Es absurdo que esperemos a que la OEA, la ONU, el Grupo de Lima, los Estados Unidos, la Unión Europea o los países de América Latina, decidan qué hacer en Venezuela. Sus dirigentes se han cansado de hacer llamados de atención, de anunciar medidas contra los funcionarios del gobierno nacional y de pedir la apertura de un canal humanitario, mientras el Frente Amplio Venezuela Libre se engulle su cola como el uróboros, intentando ponerse de acuerdo en la estrategia más efectiva para enfrentar a Maduro el 20 de mayo. Me da la impresión de que esa alianza está conformada por opositores con alma chavista.

¿Y si hubiese sido Lorenzo Mendoza?

Si el candidato presidencial hubiese sido Lorenzo Mendoza ¿el Frente Amplio habría llamado también a la abstención? Porque hoy las baterías enfilan exclusivamente hacia Henri Falcón.

Si mal no recuerdo, un dirigente de Primero Justicia del estado Aragua, Richard Mardo, en un video público llamó a Lorenzo Mendoza a ponerse la mano en el corazón y lanzarse al ruedo electoral. ¿Para PJ sí era idónea la candidatura de Mendoza, pero no la de Falcón?

¿Por qué PJ, Voluntad Popular, Alianza Bravo Pueblo, María Corina Machado, Acción Democrática y otras organizaciones que hoy se deslindan de la faena electoral no atacan al pastor Javier Bertucci o a los otros candidatos presidenciales?

No estoy defendiendo a Henri Falcón, estoy intentando entender el por qué tanta saña contra el único aspirante a la presidencia de la República – independientemente de su pasado chavista –, que es capaz de roncarle en la cueva a Nicolás Maduro.

¿Quién dice que Nicolás Maduro es imbatible? ¡Por Dios Santo! Imbatible fue Hugo Chávez, pero Maduro tiene hoy un rechazo que alcanza el 80% de la población. ¿Esa cifra les parece una chuchería?

Esa oposición que en realidad no me representa a mí ni a tanta gente como yo, canta fraude sin que aún se haya cometido. Es como el cuento de Pedro y el lobo: “viene el lobo, viene el lobo” y cuando todos acudían al llamado el lobo no estaba, hasta el día en que el lobo apareció y cuando Pedro gritó para pedir auxilio nadie acudió a su llamado y fue devorado.

Amigos del Frente Amplio, la abstención no legitima, pero tampoco ilegitima ¿En qué cabeza cabe eso? Yo no me rindo, ni capitulo frente a Maduro. A mí mis padres me enseñaron a batallar duro por lo que se quiere y quiero una Venezuela libre y próspera para mis hijos y los hijos de mis hijos, quiero una Venezuela con oportunidades de progreso, donde exista calidad de vida para sus habitantes, donde no tengan que exigir un carnet para comprar comida u obtener atención médica, donde haya empleos con calidad, donde el salario mínimo sea suficiente para cubrir la canasta básica familiar y sobre además para ahorrar e invertir.

Hoy ese porcentaje minoritario de la oposición que se cree el adalid de la justicia, debe abrir los ojos y ponerse del lado de la gente.

El régimen no oculta su intención de atornillarse en el poder y para ello ha profundizado sus prácticas ilegales para impedir que, desde el punto de vista electoral, sea desalojado de Miraflores. El mismo Maduro lo reconoció el año pasado cuando al convocar la Asamblea Nacional Constituyente, reveló que después de la derrota de 2015 – que jamás imaginaron –, no iba a permitir otro descalabro como ese.

Pero el desespero que vemos en la calle tampoco miente: la gente quiere salir de este caos lo más pronto posible porque ve en Nicolás Maduro al principal responsable de la debacle de Venezuela. La realidad de hoy es totalmente distinta a la de hace dos o tres años.

Esa oposición que abandonó en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente – y cuya cifra de votos amplió a gusto el régimen de Maduro por la ausencia de testigos electorales nuestros –, y que no supo defender y hacer efectivo el triunfo de Juan Pablo Guanipa y Andrés Velázquez en los estados Zulia y Bolívar, llama de nuevo a la abstención como si los errores del pasado no contaran.

Parafraseando también al amigo Jorge Alejandro Rodríguez Moreno “no podemos dejar solo al gobierno con un circo electoral”.

Ojalá el Frente Amplio entendiera que debe incorporar a todos los sectores del país que hoy se oponen a Maduro – y que incluye a mucho chavista descontento –, porque esta lucha nos tiene que agarrar unidos como un todo.

Ese uróboros que se muerde la cola y se devora a sí misma en un ciclo sin fin, también simboliza la unidad de todas las cosas, materiales y espirituales, esas cosas que nunca desaparecen sino que cambian en un ciclo eterno de destrucción y nueva creación. Dios permita que en estos días se consolide la unión, Venezuela necesita unidad, unidad, unidad.

Lic. Griselda Reyes Quintero

En TW, IG y FB: @greyesq