Nelson A. Pérez: ¿La abstención electoral una salida a la crisis?

 

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El 22 de abril se dio inicio  a la campaña electoral para la escogencia del nuevo mandatario nacional período 2019-2025. ¿Están dadas las condiciones democráticas para la realización de un proceso comicial que garantice la libre escogencia, por el ciudadano, de un candidato con todas las garantías constitucionales establecidas en la carta magna y en la ley electoral?

La norma constitucional y la ley electoral señalan que la elección para la escogencia del presidente de la República debe realizarse en el mes de diciembre del presente año, fecha en que culmina el mandato presidencial. Sin embargo la fecha se traslada para el 20 de mayo del año en curso. Se limita la campaña electoral a tres semanas en donde los aspirantes deben presentar al país su propuesta electoral. El CNE incluye en la candidatura presidencial la renovación de los poderes legislativos regionales y locales, lo cual es inconstitucional. En la práctica esta inclusión es abortada pues a la fecha no se han inscrito los candidatos a los cargos legislativos propuestos y el CNE no informa al país. Se cercena la participación electoral a los más importantes partidos de oposición en la contienda comicial. Se encarcela, persigue, inhabilita y obliga al exilio a destacados líderes políticos  opositores  necesarios para el pluralismo político.

Bajo este escenario, el ventajismo del oficialismo es atroz, afianzando su campaña electoral con todo el peso institucional del Estado, utilizando recursos físicos y financieros que están prohibidos constitucionalmente y son ilícitos electorales establecidos en las leyes de la República. El dictador Maduro ejerce el cargo de Presidente y a su vez es candidato con un ventajismo que atropella normas básicas de la democracia participativa y electoral.

Aunado a este desparpajo comicial, el poder electoral, afecto al régimen,  mantiene intacta las autoridades rectoras del proceso, que no han sido renovadas de sus cargos, por años, y son culpables directos de haber armado un tinglado fraudulento, con registro  electoral (REP) infectado de datas falsas aunado a una manipulación abusiva en los centros de votación, con peajes o puntos de control a 200 metros de los centros de votación donde se tuerce el libre albedrío comicial  obligando al ciudadano, empobrecido, a votar por el candidato oficialista a través del denominado carnet de la patria y las bolsas de comida o clap.

Hemos observado, una vez más, como el atropellante ventajismo electoral del dictador, minimiza las iniciativas de sus contrincantes y obstaculiza su libre desempeño de oferta electoral poniendo obstáculos de toda naturaleza en un corredor estrecho de propaganda electoral.

La comunidad internacional que ya conoce el talante antidemocrático y dictatorial de los últimos procesos electorales en Venezuela ha fijado posición. No reconoce este nuevo fraude electoral presidencial pues no se ajusta al espíritu democrático y a los convenios que al respecto ha suscrito la República en cuanto a las garantías de los derechos humanos indispensables que son universales y de obligatorio cumplimiento.

El ambiente electoral propio de la entusiasta renovación democrática de los poderes constituidos, está cubierto de una especie de atmosfera acida que desfigura el rostro del pueblo trabajador y asfixia  el futuro promisor en una jaula de incertidumbre y desafuero.

La enorme abstención que hoy se respira en el ambiente electoral, no es una política dirigida por los partidos de oposición y  acogida por el pueblo. Es una postura individual y espontanea del ciudadano de a pie, que se generaliza y aparece en las encuestas en forma contundente. Un pueblo arto de tanto comunismo, corrupción, desgobierno y de un régimen que se transformó en una narco dictadura.

La abstención surge y se transforma en un espíritu de rechazo a un régimen que hundió al país en un agujero negro de fuerzas tenebrosas que pretenden  esclavizarnos para siempre.

La salida a la crisis social y económica a la que nos llevó el régimen no es simplemente electoral en un proceso amañado y con un resultado ya cantado: ganó el dictador.

La salida a la crisis pasa por dos escenarios. 1.-  La crisis política.  Elecciones libres y democráticas, pero a su vez, una refundación del país como sociedad. Un proyecto social y económico reconocido por todos. Un período de transición a una vida en democracia, sin los errores de la denominada cuarta república, sacando de raíz al narco régimen, para poder desarrollar una sociedad post petrolero en donde, no fijemos el ombligo en el patrimonio de hidrocarburo y minero que nos diera la providencia, sino en donde está la verdadera riqueza: en nuestras manos, conocimientos y destreza para transformar los inmensos recursos naturales  que poseemos en beneficio y esperanza para un pueblo arto de exclusión, demagogia electoral, políticos de pacotilla y una juventud corta de esperanza, con ganas de vivir con espíritu de grandeza en su tierra, con su gente buena, su cultura, su gentilicio, su familia, sus amigos y toda la inmensidad de paisajes, ríos, valles, mares, montañas, etc. que hacen de Venezuela única en el concierto de las naciones.

2.- la recuperación económica y social del país. Venezuela está prácticamente destruida económicamente.  Su industria petrolera generadora de dólares está en el sótano, con una producción de petróleo que ronda 1.500.000 d/d. es decir; 1,700.000 b/d menos de lo que producíamos en 1.999 cuando asumió Chávez el poder. Solo en el periodo del dictador Maduro la producción cayó en 1.000.000 b/d. La industria agroalimentaria produciendo al 25% de su capacidad instalada. La industria hidro y termo eléctrica destruida con una capacidad de generación eléctrica que no supera los 7.000 mega vatios, cuando debía estar produciendo 34.000 mega vatios/días  que es su capacidad instalada, los apagones eléctricos llegaron para quedarse y con ello  la parálisis funcional del país. Las fuentes acuíferas y el sistema de bombeo que surte del vital líquido al pueblo y a la industria en obsolescencia tecnológica, lo que sale por los grifos son aguas contaminadas sucias y mal oliente que entra al tracto digestivo de quien la consumen. Los servicios médicos y asistenciales de salud prácticamente paralizados, enfermase da miedo y desesperación, los hospitales se transformaron en campos de concentración con gente esperado la muerte. El canibalismo de partes y piezas en el parque automotor de transporte es la manera como subsiste el servicio vial público y privado, amén de que la gasolina que se importa no llega a los 83 octanos de calidad. Los vuelos aéreos hacia el interior y exterior del país son cada vez más escasos. El dinero como medio de pago deja de existir y se transforma en especulación de compra y venta de efectivo, el 85% de los billetes que conforman el circulante monetario se va a las fronteras y minas. No hay reservas internacionales liquidas en divisas y por tanto la paridad cambiaria anda al garete. Déficit fiscal, déficit en tesorería, déficit en balanza de pago comercial, devaluación aritmética del signo monetario, etc. Todo este desastre económico se licua y convierte en híper inflación. Todos los males económicos en un mar de sopa acida que nos obligan a beber diariamente cual purgante para los paracitos que otrora usaban nuestros abuelos. A toda esta tragedia económica el régimen le pone una pared más grande que la muralla China y le da el remoquete de GUERRA ECONÓMICA. Si la cuarta república mal gasto mucho de los inmensos recursos financieros que nos legó la industria petrolera terciarizando la economía y relegando a un lado al crecimiento industrial y científico. La quinta república saqueó y destruyó lo que quedaba del parque industrial público y privado quebrando financieramente al país, transformándolo en un narco estado.

Repensar al país económica y socialmente no es simplemente cambiar de gobierno y dolarizar la economía. Necesaria es una etapa de transición para repensar y refundar al país, transformarlo en una sociedad decente, trabajadora y dispuesta a entrar al concierto de las naciones que pujan por el desarrollo con distribución equitativa de la riqueza social producida.

Econ. Nelson A. Pérez Valdivieso.

Miembro del Secretariado Nacional de Movimiento Progresista de Venezuela. MPV.

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