Desobediencia y rebelión, por @ArmandoMartini

Desobediencia y rebelión, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini
Armando Martini Pietri @ArmandoMartini 

Se entiende que los venezolanos hayan cometido errores en la selección de sus gobiernos, han sido víctimas de caudillismos populistas desvergonzados; pero lo difícil de comprender es la sumisión a los opresores. Porque es eso lo que son, opresores que se han valido del engaño como política y de la incompetencia como elemento de trabajo. A tal punto ineptos, que no sólo esconden y colocan los recursos milmillonarios de su asalto inclemente al tesoro nacional, ignorantes de la mecánica que tutela a la banca internacional, en inversiones e instituciones que, por la realidad de la economía mundial, mantienen relaciones de información, dependencia legal, y, en consecuencia, no encubrirán investigaciones solicitadas por autoridades financieras y judiciales.

Por eso los están sancionando, y cada día les quedan menos refugios, ni siquiera Cuba que prolonga la tiranía castrista en lo que ahora se llama “díazcanelismo” ¿suena un poco a canibalismo?

Los problemas nuestros, de los venezolanos, son el hambre, inseguridad, desplome de la salud, falla de los servicios públicos. La crisis social, política y económica es de consecuencias impredecibles. No nos pueden ordenar ni siquiera con la amenaza o uso de las armas que seamos obedientes, pasivos y resignados a esta catástrofe. La sumisión no es de buenos ciudadanos con principios éticos y morales. Se nos puede imputar de ingenuos y emocionales electoralmente, bochincheros y escandalosos. Pero hay dos cosas de las cuales jamás se nos ha podido, ni se nos podrá, atribuir. Ser malos trabajadores y bajar la cabeza.





Cuando el Gobierno es incapaz de satisfacer las necesidades mínimas de sus ciudadanos, la hambruna e indigencia sustituyen el más sencillo bienestar, la fuerza militar sólo sirve para reprimir al pueblo, los cuerpos policiales saben detener a unos cuantos delincuentes y apresar al que disiente del pensamiento. Cuando los Derechos Humanos se quebrantan, niños y adultos se enferman, no consiguen medicinas y en los hospitales los pacientes se mueren por no tener insumos mínimos, y los médicos renuncian porque se cansan de perder vidas. Cuando a las personas hay que trasladarlas en camiones porque autobuses y transporte público están abandonados, y tantas penurias. A lo que un país alcanza la tragedia y miseria a la cual gobernantes embusteros, patrañeros, sinvergüenzas e incapaces la han hecho caer, y unos bufones idiotas “opositores” le hacen comparsa cooperante y cómplice. ¡Esto se acabó!

Nuestra historia nos enseñó a ser rebeldes. A respetar al adulto mayor, al abuelo, al superior en un trabajo, pero no en la conciencia de ser venezolanos. Cuando nos sobraba el dinero y con espontaneidad decíamos “ta’barato, dame dos”, comprábamos y pagábamos. Porque tampoco somos ladrones. Aunque el régimen maula está siendo embargado por no honrar su deuda.

No podemos admitir ser conformistas y dóciles a bandidos, ni consentir órdenes emitidas por delincuentes que, además, son gorrones y tan poco eficaces que ni siquiera aquello en lo cual han robado a mansalva lo han hecho realidad. Es a toda esa infamia a la que debemos contravenir, es ese malandraje canalla frente al cual debemos ser contestatarios e insumisos. Desobedecer al bandido y rebelarse contra el tirano no es delito, es un deber y así lo consagra la Constitución.

Es nuestro reto, levantarnos del lodazal miserable, sacar la cabeza con la fe del indómito que tiene la justicia de su lado y se decide no acatar mandatos de la desvergüenza para ponerle así cara mucho más que a la esperanza, a la voluntad venezolana de libertar nuestro país.

El abusador Pedro Carujo gritó “la patria es del hombre fuerte” aludiendo a su propia villanía, pero la dignidad de José María Vargas le respondió “es del hombre justo”. Cuando Simón Bolívar se lanzó a la liberación de Venezuela desatendió las órdenes lejanas de la tiranía ejercida desde Europa, y los próceres que lo acompañaron, desde las grandes figuras de la sociedad hasta los más humildes negros, indios, mulatos y llaneros, a batallar con alma y cuerpo contra el absolutismo monárquico, desobedecieron rebelándose contra los designios de quienes sólo pensaban en esclavizarlos y negarles sus derechos ciudadanos.

Hoy nos toca esa batalla, oponernos al autócrata, insubordinarnos contra la vergüenza y el dominio de la fuerza. Porque es allí, en esa desobediencia digna y rebelión valiente, donde está nuestra fuerza, razón y rescate de nuestro destino. Fue lo que nos enseñaron nuestros libertadores con su ejemplo, sacrificio y coraje. No le fallemos a nuestra historia; la paz, bienestar y porvenir se construyen con el alma y la conciencia rebelde y desobediente.

Participar en un simulacro de elección irrita, en el cual se pretende sostener una careta de legitimidad para ocultar el rostro descarnado de la lepra política, porque perciben se acabó su tiempo, el pueblo no da más, y los ciudadanos afirman que esto llego a su fin.

Venezuela no debe participar en este deshonroso fraude pleno de anomalías y trampas haciéndole comparsa a los payasos y ridículos personajes cómicos que divierten como candidatos castristas maduristas que pretenden certificar la comedia que la mayoría democrática venezolana y mundial rechaza.

Desaparecida la fe, credibilidad y confianza ciudadana, a esas personas de todas las edades del único nivel socioeconómico que subsiste, pobreza e infortunio, sólo les queda una convicción: esto finalizó. Poco importa si por temor u obligación acuden a sufragar el 20 de mayo. Saben bien que votarán con cañones de pistolas y fusiles pegados contra las espaldas, será un acto político, se darán unos porcentajes, se cantará una victoria programada y los majaderos mentecatos la reconocerán.

El fondo del barrial está en nuestros pies y más abajo nada hay, queda la indisciplina cívica y pacífica. Desobedecer a los mentirosos, rebelarse contra los abusadores, inobediencia y rebelión son los mandatos de la Constitución y un principio moral ciudadano.

¡La rebeldía es desobediencia y Venezuela indomable!

@ArmandoMartini