Paro nacional universitario y “elecciones”, por William Anseume

Paro nacional universitario y “elecciones”, por William Anseume

 

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PARO

Hoy es el día del paro nacional universitario por 24 horas. Para nadie es secreto el profundo desprecio del régimen por las universidades y sus miembros. El sistema universitario venezolano ha sido de los factores más combativos de la sociedad contra el gobierno dictatorial de Maduro, como lo fue otrora contra Chávez. Esto a pesar de que muchos de los que acompañan los desafueros del poder instalado bajo la égida cubana son egresados de nuestras casas de estudio. La ristra de problemáticas en las que está envuelta la universidad no la alejan mucho de las de toda la sociedad venezolana en sus padecimientos múltiples: violada profundamente su autonomía, no puede ni siquiera elegir autoridades y allí se van muriendo o secando quienes tienen el honroso y largo deber de gestionar entre otras cosas la renovación; por otra parte, el presupuesto no alcanza para cambiar mobiliario mínimo ni para atender necesidades básicas de papel, por ejemplo; la investigación en sus límites más estertóreos, las bibliotecas empobrecidas, el sucio carcomiendo los espacios físicos y el creciente deterioro son viva imagen visual de la espiritual que han impuesto desde las directrices isleñas. Es la peor situación institucional en años, si acaso no, como en la Universidad Simón Bolívar, la más honda y lamentable situación de todo su historial vital.

La diáspora es el presente y el futuro, los jóvenes pagados en sus estudios doctorales o de postgrado en cualquier nivel, en los que la nación invirtió sus recursos se van en búsqueda de la prosperidad negada a su conocimiento en su tierra, las despedidas duelen como las de los jóvenes novios a los que les arrancan las querencias sin piedad en un hasta luego, que todos sabemos no será tal, porque se cifra el arraigo en otros lados y la querencia se muda de país y de idioma muchas veces, quedarán las visitas por medios electrónicos y las llamadas del recuerdo.

El gobierno pretende jugar una vez más con la dignidad universitaria; busca, sin lograrlo, avergonzarnos por ser distintos y no pensar como la satrapía. Disentir se paga con el ofrecimiento de unas bolsitas de comida arrojadas en un galpón de correos, cual espectáculo circense al que sólo le faltarían los leones para el complemento pleno de su divertimento sanguinario, que no pueden aplicar así a lo romano antiguo, más crudamente, por la mirada firme de los ojos externos que no sueltan la presa de la libertad que nos quieren propiciar. A los universitarios desean humillarnos más, sin reconocer nuestra valía intelectual y productiva de conocimientos para el país, de difusores de los mismos. Anuncian límites constantes como si fuera un juego de ping pong en el que sudan de placer los esbirros con un juego expropiado con armas al cinto, a la mano. La universidad para y enfrenta. El paro es hoy un éxito nacional y un enrostrarle al gobierno la culpabilidad de nuestra agonía y la del país productivo y trabajador que no merece este trato de esclavos en una nación donde de nada sirve trabajar porque no reditúa esta actividad para comer y vivir.

“Elecciones”

Ni sentido tiene ya hablar de ellas. Serán el fin del gobierno si se terminan de atrever a hacerlas. Compran votos, los cambian por puestos fijos de trabajo, como en Los Teques, obligan a los funcionarios públicos y permutan el acto electoral por comida en bolsa. La imagen alicaída como nunca del gobierno, dentro y fuera, no le da fortaleza alguna ni siquiera para amenazar con cárcel, como lo hace la miserable presidenta del miserable CNE a quienes digamos que la abstención es la vía para desenmascarar más el fraude cantado desde el anuncio “electoral”. El país lo sabe, el mundo lo sabe, no son comicios valederos ni valdrán, el gobierno lo sabe. La pudrición apoderada de la patria fundada por gloriosos militares libertarios. ¿A qué sabrá una bebida denominada ¡Venezuela Libre!?

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