Rafael Ramírez: El batallón sin nombre

Rafael Ramírez (Foto archivo Reuters)
Rafael Ramírez (Foto archivo Reuters)

Hoy es un día importante para el país, para ti como ciudadano, sin duda de lo que hoy suceda se desprenderán situaciones que continuarán agravando el curso de la vida de nuestro pueblo, en este remolino desestabilizador que nos ha arrastrado a una situación inimaginable para nuestro país.

Lo que se diga hoy, nada cambiará el curso de los acontecimientos políticos, me refiero al resultado de las elecciones. Lo único que me bastaría agregar es que ha sido una campaña lamentable, sin contenido, ni brillo, ni pasión, ha sido otra oportunidad perdida para rectificar y hacer, convocarnos para hacer frente a la crisis sin precedentes que padece nuestro pueblo.

Los que de manera tan desacertada han conducido los destinos del país en este periodo presidencial que está por culminar, el madurismo, en su corta e irresponsable visión política, impregnada de bilis e intereses mezquinos, ha preferido estimular fuerzas políticas que van desde la derecha hasta opciones indeterminadas oscurantistas, mientras persigue revolucionarios.





Se han podido estimular y permitir la participación en las elecciones de corrientes revolucionarias, del ámbito del Chavismo, para darle a nuestro pueblo, de manera libre y democrática, opciones entre las cuales buscar salidas a la crisis, pero desde el campo de la revolución, sin embargo no se hizo.

Asumí el riesgo y el costo de llamar la atención de los errores y severas desviaciones que nos conducirían inexorablemente a esta precaria situación política, económica y social que hoy sufre el país. Cuando expresé mi intención de postularme como candidato, en ejercicio de mis derechos políticos y ante la necesidad de abrir una discusión en el seno del PSUV, fui objeto de la persecución y descalificación del madurismo, encabezada por el propio presidente, utilizando al Ministerio Público y todos los medios de los que dispone, en una judicialización de la política, conocida como “lawfare” y un claro abuso de poder.

He asumido mi responsabilidad ante la historia y lo seguiré haciendo en defensa de nuestra revolución y nuestros principios, en defensa de la obra y legado del Comandante Chávez. Hoy soy un exiliado, amenazado de prisión en mi propia patria, linchado moralmente e impedido de estar entre mis afectos, mi patria, mi pueblo. Igual o peor suerte han corrido otros exministros y oficiales del ejército ¿Cómo pudo y porque sucede esto a exministros, ex jefes militares, hombres de confianza del Comandante? ¿Cuándo cayó el gobierno de Chávez?

Mi propia situación es un indicador de la descomposición del quehacer político actual y de lo que el madurismo está dispuesto a hacer para mantenerse en el poder, a costa de lo que sea. Además, es una muestra de su incapacidad para escuchar, rectificar, de su soberbia y mala intención.

De no ser esta mi situación estaría allí entre ustedes trabajando en un impostergable proceso de reconstrucción de la patria, como siempre lo he hecho a lo largo de mi vida.

Sin embargo, este periodo tan difícil, lo he utilizado para prepararme, revisarlo todo, reflexionar sobre nuestros aciertos y errores, repensar una propuesta para el país que logre reconstruir nuestra sociedad y a la patria, desde una perspectiva revolucionaria, transformadora. Restablecer la espiritualidad y la pasión del pueblo, la certeza de que un mundo mejor es posible, donde los hechos extraordinarios se conviertan en cotidianos para todo nuestro pueblo. Restablecer los equilibrios espirituales y materiales de funcionamiento de nuestro país, restablecer el trabajo y la solidaridad como factores motores de la sociedad.

Observando la situación del país, escuchando a los que se van de la patria, el testimonio de los que están allá en la dura batalla del día a día, de los trabajadores, de los que viven en una angustia diaria por conseguir los bienes esenciales, los que viven con miedo, uno no deja de sentir indignación.

Nuestro pueblo está a merced de los mecanismos más salvajes del capitalismo especulador, destructor del trabajo y la ética revolucionaria; a merced de una dirección del gobierno improvisada, desacertada, inmoral, que ha debilitado tanto al país, que hoy somos vulnerables a las fuerzas más agresivas del planeta, la extrema derecha agazapada desde el exterior, con sus escenarios de violencia e intervención.

Observando esta situación calamitosa y extremadamente peligrosa, pregunto ¿Cómo es posible que todo se haya deteriorado de esta forma dramática en tan solo cinco años? El país ha caído en una especie de oscurantismo, no se discute, no se debaten ideas, existe mucho miedo a hablar, opinar, criticar; un país desconectado, aislado, del que la gente huye; existe mucho autoritarismo, abuso de poder, pranato, violencia. ¿Por qué? ¿A cuenta de qué?

Ante este desastre, uno se pregunta ¿Cómo fue que llegamos a este punto? ¿Cómo es posible tal sucesión de errores, tanta improvisación, tanta irresponsabilidad? ¿Cómo es posible que las ansias de poder, el egoísmo y la debilidad ideológica hayan arrasado con el legado del Comandante Chávez? ¿Cómo es posible que hayan destruido lo que tanto esfuerzo nos costó construir en doce años de Revolución con Chávez, las Instituciones del Estado? nada se respeta, todo es una farsa.

¿Cómo es posible que el madurismo le haya dado a la derecha los argumentos que nunca tuvo para atacar a Chávez? ¿Qué hayan llevado a nuestro pueblo a tal situación de pobreza, material y espiritual, que borraran la esperanza de los ojos de los jóvenes, los humildes? ¿Cómo es posible que hayan envilecido tanto la ética y el ejercicio del poder? ¿De dónde salieron estos personajes, emblemáticos del madurismo, del pranato de la política, del malandreo? ¿Cómo es posible que hayan destrozado a PDVSA?, ¿Entregado el Arco Minero? ¿Cómo es posible que hayan entregado la conducción de la economía a incapaces e irresponsables, “asesores” y grupos económicos que preparan el saqueo del país?

Estas preguntas y otras muchas más, tendrá que responderlas el madurismo ante la historia. Tendrán que rendirle cuentas a la memoria del Comandante Chávez y al pueblo.

La dirigencia del madurismo no ha estado a la altura de sus responsabilidades. Han defraudado la tarea confiada por Chávez. No se trata de mantenerse en el poder de cualquier forma, se trata de hacer una revolución, de defender la patria, de proteger al pueblo, no de convertirlo en una masa manipulada y dependiente de los bonos de la miseria.

Se trataba de hacer una línea de defensa de todo lo conquistado con tanto esfuerzo por Chávez, y desde allí, como en la batalla de Santa Inés, avanzar y trabajar intensamente y vivir de una manera “humanamente gratificante”, cumplir con el Plan de la Patria, el legado político del Comandante Chávez. ¡Esa era la tarea! no lo que ha pasado.

Mientras esto sucede en la conducción del gobierno, la extrema derecha, aparentemente desbandada, pero con extraordinario apoyo internacional, se prepara para saltar sobre el país y sus instituciones, profundamente debilitadas; van a seguir asediando el poder que, saben, se sustenta sobre el miedo, la necesidad y la manipulación de todos los medios a disposición del Estado, no se sustenta en razones sagradas para la lucha, para la vida, no se sustenta en una ética ni una acción revolucionaria, no en la esperanza de los humildes.

La extrema derecha apuesta por un desenlace cruento, se sigue clamando por la injerencia externa. Nadie, con dos dedos de frente, debe aplaudir, ni estimular, la injerencia extranjera, ni la violación de nuestra soberanía. Estuve dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU y conozco bien cuál es el libreto de la intervención extranjera y la guerra. Allí están Irak, Libia, Siria con sus millones de muertos y destrucción, como una trágica muestra de ello.

La situación del país, es tan grave, tan compleja, en lo interno y externo, que no se puede dejar en manos del madurismo, ni en ninguno de los candidatos y mucho menos en mano de la oposición.

Por eso, independientemente de quien resulte electo el día de hoy, de lo que hoy suceda, insisto en la necesidad de un gobierno de emergencia que aborde al menos diez puntos para reconstruir y defender la patria, tal como lo esbocé en el artículo anterior. Abrir una gran discusión, un debate y un proceso de revisión y reimpulso.

Un gobierno de emergencia que actué estrictamente apegado a la Constitución vigente y que tenga como prioridad, salir de esta crisis y restablecer los equilibrios para desarrollar y alcanzar el Plan de la Patria junto a sus objetivos histórico, que siguen todos vigentes.

Esto es lo que se impone como impostergable tarea para todos, deslastrarnos de una clase política, del madurismo y la oposición, envilecida por el poder, el oportunismo, los intereses de grupo, la ausencia de ética y valor para llevar al país hacia un futuro posible, sin caos, que funcione, que tenga un modelo económico basado en el trabajo, con una ética basada en la solidaridad, la verdad, la transparencia, el altruismo, el desprendimiento, que sobreponga los más sagrados intereses de la patria a cualquier otro. Que deje atrás la corrupción de un modelo podrido, un capitalismo dependiente y salvaje, una economía deformada y periférica, que, como el castigo de Sísifo, cíclicamente nos hace caer en la crisis de su lógica, de su propio “metabolismo”.

Hay que hacerlo por ese pueblo humilde, que ama y extraña al Comandante Chávez, que no entiende bien qué sucede, manipulado en su pureza e ingenuidad política; hacerlo por los jóvenes que por cientos de miles abandonan el país, buscando un horizonte que le permita vivir, tan sencillo como eso, que está harto de los pactos, componendas de las elites políticas-económicas; hacerlo por los que se quieren quedar a reconstruir la patria, los que la llevan en la sangre, en el corazón.

El madurismo debe hacerse a un lado, no pudo, no quiso, resulta obvio, más allá de las excusas y truculentas acusaciones que nadie cree, que no ha podido con el país, manejar esta situación, y no podrá hacerlo, al contrario, la agrava por su empecinamiento y ansias de poder, que resultan inexcusables en alguien que se llame revolucionario.

Maduro gobernó sin el equipo de Chávez, rodeado de los “suyos”, de “asesores” de todo tipo: económicos, “espirituales”, rodeado de grupos económicos, oportunistas y arribistas, ha gobernado sin estudiar, sin escuchar, con arrogancia, con múltiples comandos, donde manda su círculo íntimo, como en época de Lusinchi, entregado a fuerzas de todo tipo que no lo han aconsejado bien, ha fracasado.

Pero el madurismo no puede hacerse a un lado para darle el paso a la derecha, en un nuevo pacto, cocinado a fuego lento por sus “negociadores estrellas”, campeones del tuiter; o darle paso a la extrema derecha y la injerencia extranjera por su manifiesta incapacidad de defender la revolución.

No, el madurismo debe hacerse a un lado para darle paso al Chavismo, recomponer al Chavismo, convocarnos todos para analizar lo sucedido, los errores cometidos y recomponer nuestras fuerzas para avanzar. Es responsabilidad de los líderes históricos del Chavismo de que así sea antes de que caigan, uno a uno en la razzia del madurismo. Yo estoy presto para este esfuerzo monumental, pongo a disposición de este esfuerzo conocimiento, experiencia y sobre todo la irreductible determinación de vencer.

En aquellos momentos aciagos para la patria, durante los años terribles de la Segunda República, por allá en 1814, nuestro Libertador Simón Bolívar entró en combate en Cabudare, dispersando y derrotando al enemigo español el cual emprendió la huida a Carora, sin embargo, seguía siendo una fuerza capaz de rehacerse, eran las tropas de uno de los imperios más poderosos del planeta.

Así, logró reagruparse y volver a atacar a las fuerzas patriotas; “…entonces, por una desgracia cuyo origen era la falta de hábitos militares arraigados y la indisciplina de ejércitos improvisados, tocó un corneta inapropiadamente el toque de retirada, …”(F. Larrazábal. Simón Bolívar, vida y escritos del Libertador, tomo I) después de los cual sobrevinieron grandes pérdidas en hombres y la acción militar que ya era ganada por el Libertador, se convirtió en una derrota por la acción de improvisados.

“…Bolívar, a quien había indignado hasta el extremo la inexcusable conducta…” de estos improvisados, le dio el título de “Batallón sin nombre” y no le permitió tener banderas. El Libertador, riguroso en la conducción de todos los asuntos, sabía que el pueblo noble, ese de lanza al ristre, el de a pie, en cotizas o descalzo, no tenía responsabilidad en los errores que los condujeron a la desbandada, a la derrota. Los humildes seguían a Bolívar, luchaban por la independencia, por ello les arengó a recuperar su honor en el campo de batalla.

Sus banderas las obtuvieron de nuevo en la Batalla de Araure, donde recuperaron, con un “denuedo heroico”, el honor para su batallón con las banderas y nombre dadas por el Libertador, como el “Vencedor de Araure”.

Así, ese inmenso y noble pueblo humilde, el de Chávez, los hombres y mujeres de la Patria, la Juventud, los profesionales, trabajadores, campesinos, obreros, estudiantes, el Poder Popular, los que se han ido, no tienen la culpa de los desvaríos y errores del madurismo que nos ha debilitado como nunca antes, que han convertido nuestro país, en una tierra de desesperanza y supervivencia. En una derrota.

No, el pueblo está allí y tiene la palabra, no le debe lealtad a ningún grupo que se haya apropiado del nombre de Chávez, que ha destruido su legado. Juntos daremos un combate para recuperar las banderas y el nombre de Chávez, en el campo del honor más sagrado: la Patria. Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!

Publicado por aporrea.org