William Anseume: Disyuntiva política internacional en Venezuela

William Anseume: Disyuntiva política internacional en Venezuela

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La Venezuela actual luce como el verdadero ojo de un violento huracán que en lugar de cruzarla se ha estancado en ella con sus efectos devastadores; esto no sólo en la degradación física sino obviamente también en la mental. Se desconocen las cifras de suicidios en nuestro país y son un misterio las marcas psicológicas individuales y colectivas, aunque algunas de ellas son visibles a diario desde el nerviosismo a flor de pieles cercanas o lejanas, desde los modos de hablar, de caminar, con la búsqueda diaria de alimentos en la basura, en los mercados populares, entre buhoneros, en algún lado, con el desespero propio de la manifestación diaria del hambre y del saber doloroso de que escaseará la comida pronto, hoy, mañana, al día siguiente.

El Papa y Rodríguez Zapatero





Más que un predicador del evangelio, el Papa, respecto a Venezuela, luce como un predicador del evangelio comunista o de lo que esta ideología política tiene de religioso, de fundamentalista. En el destructivo ojo del huracán las palabras papales (des) lucen como protectoras no de ovejas sino de criminales y asesinos; su mensaje nunca va dirigido a cuestionar la violencia gubernamental sobre los ciudadanos, los Derechos Humanos de los civiles, la legalidad suprimida, la constitucionalidad desplazada, la muerte, la prisión injusta, el despotismo en el poder. Su mensaje parece decir, convenientemente para un sector ideológico del mundo: dejen las cosas como están que así van bien. Teñido de una retórica profundamente hueca, expresa sus deseos de que Venezuela encuentre “… la vía de la paz y de la unidad”. Muy cuestionable.

Rodríguez Zapatero, por su parte, es la ficha internacional más usada por el gobierno de Miraflores, junto al payaso, bufón, crápula, de Diego Armando Maradona. Su deleznable figura, la del español, pretende siempre proteger al régimen y limpiar su maculada imagen fuera del país. Su propuesta de diálogo, tan cuestionada y cuestionable, es la de un diálogo donde el gobierno venezolano, enquistado en el poder, se mantenga el mayor tiempo posible; no consiste en hablar para dirimir, para que se alcance una variable de proporción positiva para el país sino para el madurismo ahora y siempre. ¿Cómo ha sido capaz este irresponsable, con su discursito de disco rayado del diálogo, de desconocer por completo la verdadera realidad venezolana, al expresar que: “Estoy convencido de que los venezolanos van a votar libremente”? ¿Ha visto las prisiones, las persecuciones y los exilios, los muertos, los reprimidos, los acallados en los medios y en las redes sociales, la diáspora, la ilegalización de partidos? ¿Ha conocido la compra de votos y de conciencias, el uso de la comida como fuente de expresión de la “voluntad popular”? Se hace muy convenientemente, también, el loco.

Detrás de ellos, como se ha dicho, existen variables del extremismo de la izquierda mundial: guerrilla colombiana, terrorismo europeo, narcotráfico de aquí y de allá, centralizado todo en la Cuba castrista. Este es el lado que tiene aún el sartén por el mango, a pesar del fraudulento e irreconocible proceso “comicial” del pasado domingo, de esa agriura, tanto para el gobierno como para sus apoyos exteriores donde China y Rusia lucen desvaídos ya, por medianamente entregados en sus intereses en la patria de Bolívar.

Almagro y Trump

Los protectores de la democracia, de la libertad y la liberalidad vienen abanderados por Luis Almagro, a quien nunca sabremos cómo agradecer su entrega a estos propósitos salvadores de nuestra desgracia y por Donald Trump, quien se ha convertido, para sorpresa nuestra, en el adalid de nuestro escudo protector. Trump se lanza con más sanciones que acorralan al régimen que nos acorrala y Almagro mueve, llama, organiza la resistencia a la dictadura venezolana desde fuera. Ambos, junto a muchos otros países motorizados por ellos, en América, en Europa llaman a desconocer firmemente a un gobierno ilegítimo que acaba de perder para siempre su legitimidad de origen, los rezagos de ella que le quedaban, y carece del apoyo popular, continental y mundial que le han restado o nunca le han dado algunos ciudadanos y países democráticos.

El centro de esta disyuntiva internacional está al norte de Sudamérica y nos tocó a nosotros ser la joya de la disputa por resquemores tan antiguos que incluyen la Guerra Fría y algunas calientes. La nuestra tan caliente está que ha quemado a varios millones de compatriotas que huyen despavoridos de los vientos huracanados, de la tormenta de la hambruna. Este juego de pulso se resolverá hacia lo más provechoso de nuestras necesidades, y quedará el arrase al paso de la solución. Trabajaremos en la dificultosa reconstrucción de todas estas cenizas, físicas, psicológicas, morales y espirituales, por un futuro sin la mordida diaria de la dictadura. Se resolverá todo, pero habrá costado mucho estrago, mucha vida, mucho quiebre personal y familiar; en fin, mucha destrucción propiciada por el desgaste, por el tiempo tan largo de la estancia del crimen en el poder, y, ¿cómo esconderlo?, por el cochino interés, fundamentalmente económico.
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