¡Y sonó la campana! por @maggidilena

¡Y sonó la campana! por @maggidilena

“En este mundo moderno globalizado cada uno de nosotros somos el guardián de nuestro hermano y de nuestra hermana. Hemos fallado demasiado a menudo en esta obligación moral”. Nelson Mandela

Así culminan los rounds en el boxeo. Quiere decir que no hay razón para continuar midiendo fuerzas, y en estos días de encuentros y diálogos pareciera que los contrincantes políticos en Venezuela, se han dado cuenta de que el enemigo está fuera del cuadrilátero, además, haciendo de las suyas. Sobre este tema, una de las más acertadas teorías de la sociología moderna explica que el comportamiento colectivo en relación a un problema en común, hace que posiciones en principio adversas e irreconciliables, determinan en algún momento de la pelea, que comparten un disidente el cual, muchas veces no pueden ver en su afán de acabar el uno al otro. Esto tiene que ver con que la similitud de elementos peligrosos para cada uno, logra unir hasta esos que aparentemente son opuestos.

Llevando esta tesis al momento actual, forzosamente y seguro que por gracia divina, vemos –finalmente- que en Venezuela tenemos años peleando en una lona sin ningún sentido porque no se encuentra allí el verdugo. Y claro que es una buena noticia! Por ello, podremos seguir vistiendo el color que más nos guste sin que eso nos etiquete como miembros de una parte del sector político venezolano, es tiempo de que ese fanatismo desmedido e irracional que leemos en la historia de países en conflicto y que ha cobrado vidas humanas, por la simplicidad de creerse dueños de la verdad, no lo invitemos a nuestra mesa.





Discursos van y vienen, algunos de ellos repitiendo frases célebres de la historia. Los cierto es que muchos personajes gloriosos hicieron conocer sus convicciones, propuestas y convocatorias a través de alocuciones frente a una determinada audiencia. Por ejemplo, en 1863, el Presidente Abraham Lincoln, en el campo donde se había librado la sangrienta batalla de Gettysburg, afirmó: “Resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra”. No menos impactante fue el llamado patriótico de Winston Churchill, cuando el Reino Unido pasaba el momento más crítico de la II Guerra Mundial. “No tengo nada que ofrecer”, dijo, “sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, lo que reforzó la decisión de su pueblo de vencer y de ser libre. Otro famoso discurso –considerado como uno de los mejores de la historia– pronunciado en Washington en agosto de 1963 por el defensor de los derechos civiles, Martin Luther King Jr., marcó un hito importante en la vida y en el sentimiento de los estadounidenses. Fue un llamado a la concordia: “Yo tengo un sueño”, dijo, vislumbrando días mejores. Estos discursos fueron ejemplos de grandeza. Se privilegió, sin demagogia, la paz y la armonía ciudadana. Las palabras paz y amistad prevalecieron sobre las incitativas a la violencia y el odio. Probaron que la irreverencia, que es el tono obligado de las arengas del populismo, es el reflejo del autoritarismo. La agresividad, ahora, viene solo de los débiles. Los objetivos han cambiado. Ahora se trata de tender puentes para la cooperación y la complementación. Hay que abandonar las quimeras, las utopías, los sueños negativos que, al ser tales, hacen que al final, se esparza la decepción.

De aquí en adelante muchas verdades tendrán luz, mediremos cuidadosamente cada actuación tanto del sector oficialista como del opositor, porque en definitiva vale la pena intentarlo tan solo por alentar el espíritu democrático que nos mueve a muchos en este noble y hermoso país.

Es preciso tocar bien duro esa campana, sobretodo para quienes asumen una responsabilidad frente a tantas almas  y además, para que estén seguros que quienes vivimos en esta hermosa patria estamos muy lejos de ser ciudadanos ingenuos. Por lo tanto, apostar a ganador es la única opción que tenemos, es necesario recordar a todos que quedarían muy mal en la foto histórica si llegasen a evadir o desvirtuar el compromiso de hacer todo lo posible y hasta lo imposible en la carrera por la Paz y la Unión de los venezolanos.

No es aceptable, ni moral ni legalmente, enfervorizar a partidarios incitando a la violencia y a la liquidación de disidentes. Pese al mensaje negativo, muchos ciudadanos venezolanos, con seguridad, tienen el sueño de una nación integrada, solidaria y en camino a la prosperidad.

 

Maggi Di Lena