La violencia, estrategia política en Venezuela

La violencia, estrategia política en Venezuela

el toque

Mientras los ciudadanos se sitúan en el medio de las manifestaciones y resultan severamente afectados por el gas lacrimógeno, las trancas vehiculares o la suspensión de rutas de transporte; los dirigentes políticos buscan culpables y se olvidan de consensuar para hallar una salida democrática a la crisis.

Eduardo Salazar De Peñaranda (@EduSalazarU)/elTOQUE





Las voces altas comenzaron a escucharse en Venezuela ya hace 40 días. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas por parte de comunidades en el estado Táchira (frontera con Colombia), derivaron en guarimbas y barricadas que han generado enfrentamientos entre los estudiantes opositores al Gobierno de Nicolás Maduro y los efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Bolivariana. Hasta este lunes, 28 personas han fallecido en medio de las protestas, más de 1.100 han sido detenidas y otros centenares han resultado afectadas.

La toma de la calle por parte de manifestantes, se ha visibilizado en Los Andes, y también en el centro del país, así como en el área metropolitana de Caracas, con mayor fuerza en el municipio Chacao. Con una extraña normalidad, en las últimas semanas, se han contabilizado más de 60 marchas (repartidas en la geografía nacional) constituidas por decenas de opositores, entre amas de casa, estudiantes y profesionales en las principales avenidas. Aunque, grupos cívicos hagan uso del artículo 350 de la Constitución a la libre manifestación, los venezolanos han sido contestes de enfrentamientos violentos, en el que todo parece indicar que los más afectados son los ciudadanos.

En Altamira, lugar emblemático para los adversarios a Miraflores, se registra diariamente un campo de batalla. Los estudiantes son reprimidos por los cuerpos castrenses, con perdigones y bombas lacrimógenas. Estas últimas, según vecinos de Chacao, son lanzadas indiscriminadamente, incluso hacia los edificios, afectando principalmente a niños y ancianos.

Al respecto, el presidente Nicolás Maduro durante una marcha en apoyo a la misión Alimentación realizada este domingo (el oficialismo ha convocado caminatas todos los días caminatas), ha sido enfático en acusar a sus contrincantes de generar el caos en las principales ciudades del país. Según el presidente, se trata de un “golpe de Estado suave” que ha sido planificado en los Estados Unidos, y con ayuda del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez.

El autodenominado hijo de Chávez, además ha indicado que si la Mesa de la Unidad hubiera acatado el llamamiento al dialogo que se hizo hace un mes: “nos hubiéramos ahorrado guarimbas, muertos, heridos y violencia”.

Para la parlamentaria María Corina Machado, el Jefe de Estado echa por tierra en cuestión de minutos el llamado a la paz, pues su discurso está caracterizado por la agresividad. Y es que Maduro, en la alocución de este domingo en el centro caraqueño ha descalificado a sus contendientes, e incluso ha satirizado a los líderes opositores: “el chukyloco que está preso (refiriéndose a Leopoldo López, quien actualmente está privado de su libertad tras convocar las manifestaciones), la chukyloca (Machado) que está por ahí alborotando, y chukyluqui (Capriles) que anda por ahí”.

Justamente, Capriles ha manifestado su rechazo a que desde el oficialismo se pretenda minimizar la crisis: “mientras Nicolás duerme como un niño, la fiscal general Luisa Ortega Díaz informó que subió el número de afectados por las protestas”, indicó el gobernador de Miranda (provincia a la que pertenece Chacao), adjetivando de “descarado” al gobierno nacional.

Entre los dimes y diretes que caracterizan la atmosfera política de este país suramericano, se escucha al Ministro para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, quien ha sentenciado que las manifestaciones están orquestadas desde hace dos años, pues los estudiantes poseen arsenales de miguelitos (especie de objetos punzo-penetrantes de fabricación casera, y fuegos artificiales). Aunque para diversos sectores de la sociedad venezolana estos chicos no están realmente armados, menos frente a los cuerpos policiales que precisamente son los que poseen perdigones, armas de fuego y bombas lacrimógenas.

Asimismo, Rodríguez Torres denunció que detrás de las guarimbas destaca el partido Voluntad Popular. Al paso de estos señalamientos, distintos analistas, como Oscar Medina, ha indicado que la represión se ha extendido a las organizaciones políticas, sus militantes y dirigentes, toda vez que estos han sido víctimas de acosos y persecución. Incluso, el representante de esta tolda política, Carlos Vecchio, se encuentra en la clandestinidad pues ha sido acusado de estar presuntamente asociado a los hechos violentos.

Un ejemplo de “acoso” a los políticos se evidencia en las confrontaciones verbales entre Maduro, y el alcalde de Chacao, Ramón Muchacho. No obstante, el burgomaestre resta importancia a los señalamientos, asegura que no renunciará a su cargo pues fue elegido popularmente con el más alto índice de aceptación, y no dejó pasar la oportunidad para aseverar que las protestas no son sólo un problema del ayuntamiento mirandino, sino de toda la nación.

Y, es que tal como lo han hecho saber a eltoque.com los propios manifestantes, la escasez, la inseguridad y la inflación son los motivos que los alientan a tomar las calles. Lo que puede traducirse a que no se trata de una zona del país, sino a éste en general. También, se han realizado entrevistas a los chacaoenses, quienes han dejado claro que no apoyan la violencia pero si las manifestaciones, y algo bastante alarmante hacen público constantemente: “hay infiltrados, hemos visto personas ajenas al movimiento estudiantil y que no son de la comunidad, ejercen la violencia, atacan a los entes del Estado y generan daños” reseñó Gabriela Medina, vecina del sector.

Otro punto a observar para determinar de dónde proviene la violencia, son las innumerables denuncias en las redes sociales sobre la participación de colectivos armados adeptos al madurismo, así como los casos de supuestos infiltrados que “misteriosamente” hacen de las suyas cuando no se divisan guardias o policías, lo que para Alberto Rodríguez, alumno de la UCV, es “sospechoso”, pues dice que el movimiento que él representa no se esconde detrás de capuchas ni cometiendo actos delictivos. Insiste, en que son víctimas de la represión y la violación a los Derechos Humanos.

En este sentido, el director general de Fe y Alegría dice que el “no a la violencia debe de estar presente en el desconocimiento del otro, en el discurso agresivo y excluyente, en las llamadas a salidas aventureras, en la persecución a policías y estudiantes”. Una buena reflexión para los momentos de tensión que se viven en Venezuela.

Sin lugar a dudas, reiteramos, la conclusión de los expertos es que son los ciudadanos los más afectados.

Sea de dónde sea que provenga la violencia. A viva luz, hay una lucha de poderes, y están en pugna diferentes alianzas que tratan de desprestigiar a los movimientos estudiantiles o partidos, al tiempo que desde la otra acera se aúpan a las “guarimbas” para mantener activo el clima político nacional.

La violencia, entonces, y amparados en declaraciones de decenas de hombres y mujeres residentes de Venezuela, la generan aquellos que llaman al dialogo pero incitan a que se tome la ley por las propias manos de grupos armados no identificados, o a los que desde una trinchera lejos de la candela mandan a sus seguidores a protestar.

La violencia se esconde en los discursos, y definitivamente está sometida a intereses económicos y políticos, de Derecha y de Izquierda. Como advierte Soledad Morillo Belloso con relación a los muertos que ha dejado este descontento social que pretende in-visibilizar el Gobierno de turno, “la sangre, señores, mancha. Vaya si mancha. Mancha las calles, mancha la historia, mancha la reputación, mancha la conciencia. Y la otra mancha, la de la complicidad, no se borra con los años. Y en Venezuela, como algunos quizá sepan y otros ignoren, los gatos ladran. Ladran y muerden. Y, junto con los difuntos, caminan sobre el tejado caliente”.

En lo que sí coinciden todos los actores políticos es en el urgente consenso de ideas, para de esta manera establecer la conciliación nacional. Algunos encuestados apelan en favor de que se deje de satanizar a las manifestaciones y se acepte el clamor social por un país más productivo y próspero, lo que beneficiaría a todos sin importar la tendencia política a la que pertenezcan. Ojalá, eso sí, esto deje de ser sólo una promesa más y se convierta, si no en una realidad, al menos en el inicio de un juego más claro y limpio.