Julio César Arreaza: Punto de no retorno

Julio César Arreaza: Punto de no retorno

thumbnailjuliocesararreazaEl fracaso palpable de un modelo socialista que Fidel Castro, jefe del chavismo, definió simplemente como comunismo, practicado durante 18 años de bonanza petrolera, no admite, por ningún respecto, que el viraje copernicano de políticas públicas racionales requerido para enfrentar el caos actual, lo siga manejando el hamponato que sumió al país en un abismo de miseria y corrupción. Ya pasó el tiempo para que Maduro rectifique y encarne él la rectificación, que acaso pudo emprender hace tres años, cuando según, por una nariz de diferencia, arribó al poder en unas elecciones todavía cuestionadas.

Venezolanos mueren de hambre, la crisis humanitaria aunque la nieguen, la realidad la grita y proclama, se trata de un crimen contra los niños que son el futuro. Hace muy bien Henrique Capriles, que gobierna Miranda con un presupuesto deficitario impuesto por los facinerosos, de haber dejado abiertas 140 escuelas durante las vacaciones escolares, para que los niños puedan comer todos los días.

Ni una sola gota de petróleo debería salir para Cuba, lo cual ha entrañado una acción en desmedro de la soberanía nacional ejecutada por el prosternado régimen rojo alzado con el poder, ya basta de regalar nuestro petróleo a los hermanos Castro, asesinos confesos, quienes se dan el lujo de ordenar las medidas restrictivas a la libertad en Venezuela, que los perrunos gobernantes aplican ciegamente porque carecen de escrúpulos, dignidad y talento. Se han cansado de mancillar a la nación y esto la historia no lo perdona y quedará como la verruga del “supremo”, un tiempo aciago que superaremos y ojalá aprendamos la lección para afirmar la democracia.





El retroceso global es patente, doloroso es comprobar el impacto del hambre en la savia juvenil, reflejado en el ausentismo estudiantil a lo largo y ancho del país.

Hoy vivir la cotidianidad es una excepción, pero si abrimos bien los ojos podemos captar hechos de final de película. Hermanos venezolanos no es la hora de la desesperanza sino del trabajo para rescatar la democracia, ya entramos en el final de la negra jornada de 18 años.

Solo un desadaptado como el “galáctico” entró a la academia militar para subvertir el compromiso de las Fuerzas Armadas con la Democracia y la Constitución. Padecemos las consecuencias de la resignación del poder civil en el militar, un padrinazgo que expresa el total fracaso de un régimen forajido, que ahora tiene el despropósito de expropiar el trabajo ajeno del poco sector productivo remanente, increíble paradoja del destino y contraste total con el personaje que nunca fue obrero sino reposero profesional del metro. Pura mentira fresca, ni trabajadores ni militares han sido, sino simples aventureros y cuatreros que se hicieron por un tiempo del país.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!