La esperanza en una cárcel militar, por Manuel Ferreira

La esperanza en una cárcel militar, por Manuel Ferreira

thumbnailManuelFerreira

Luego de 16 años desempeñándome como abogado penalista -oficio que trae consigo la necesidad de visitar distintos centros penitenciarios-, por primera vez me tocó despojarme de mi ropa interior para ser revisado antes de entrar a visitar a nuestros hermanos en la cárcel de La Pica en Maturín.

Cargado de buenas vibras, lleno de argumentos motivadores y con la determinación intacta de llevar ánimo y esperanza a nuestros jóvenes detenidos, entré al recinto en donde conviven nuestros guerreros con otros tantos militares procesados y condenados por distintas situaciones, y solo al verlos noté que no necesitaban ánimos, pues tienen para regalar.





Un abrazo sentido, seguido por un chiste, fue el recibimiento de Jesús Chacín, el primero de nuestros muchachos que vi, quien de inmediato me regaló una pulsera -de esas que ellos mismos hacen con bolsas plásticas- y me entregó una encomienda de varias para hacerlas llegar a profesores y compañeros de clase.

Al momento se unieron Jesús Espinoza (Liderín) y Homero Acevedo, quienes con un espíritu inquebrantable me trasmitieron paz y fortaleza, esa que solo se logra desde la satisfacción del deber cumplido, pues, ellos comprendieron que están detenidos por servirle a su país, y están sumamente orgullosos de haberlo hecho.

Fueron casi seis horas que compartí con los muchachos. Hablamos de sus casos, del mundo interno en el que ahora viven, pero sobre todo del acontecer nacional, de la idea de país que compartimos y de las formas en las que pronto podremos empezar a construirlo juntos.

Lo cierto es que fui a llevar algo que no necesitaban: ánimos, fuerza y fe, y por el contrario, les sobraba tanto que logré regresar a Lechería cargado de una energía distinta, más viva e incandescente, esa que solo te puede otorgar un corazón puro, un espíritu indomable y unas convicciones inquebrantables. No queda más que agradecerle a nuestros héroes, que no solo arriesgaron su vida y perdieron su libertad, sino que además nos siguen dando coraje, fuerza y razones para seguir adelante.