Juan Guerrero: Defender nuestro idioma

Juan Guerrero: Defender nuestro idioma

 

Entre los mayores ultrajes que se han infligido contra nuestra cultura, la agresión al idioma forma parte de ese constante maltrato a nuestra lengua española hablada en Venezuela.

Es cierto que existen males terribles contra los ciudadanos. La miseria es evidente y palpable, así como la inseguridad y otros males. Todos perversos en tanto pueden ser controlados y erradicados como deberes de un Estado responsable al servicio de los ciudadanos.





Pero vivimos en un Estado de régimen totalitario que, obviamente, necesita expresarse para comunicarse con una lengua que sea inherente con su naturaleza. En este sentido, las marcas discursivas que mueven todo régimen de fuerza están orientadas al uso idiomático de una comunicación monológica de poder autoritario, violento y arbitrario.

Esto es lo que caracteriza a todo régimen cuando se apodera hasta de la manera de ser y comunicarse los ciudadanos. El lenguaje se degrada por la práctica perlocutiva de quienes imponen, a sangre y fuego, una manera de pensamiento único y un solo argumento para comunicar.

Mientras que en un Estado republicano de gobierno democrático, por el contrario, impera la comunicación dialógica que en sí misma, es resultado de la reflexión entre sus miembros y respeto por el Otro igual y deferente.

El lenguaje de la libertad y la democracia solo pueden ser practicados en sociedades donde los ciudadanos tienen absoluta consciencia idiomática para intercambiar experiencias significativas que redunden en beneficio individual y colectivo.

En un régimen totalitario como el venezolano, tutelado por el estamento militar y guiado en sus actos de Estado por la delincuencia organizada, el narcotráfico y paramilitarismo, indudablemente que existe un registro idiomático que se identifica con estas prácticas. La neo lengua (jerga) de uso oficial deviene poder de Estado que se modela por quienes la practican. No solo los miembros directos que representan al régimen, sino también por parte de la población que se identifica ideológica y políticamente.

La defensa de la lengua española hablada en Venezuela es la propia defensa de la cultura, y es, por lo tanto, la defensa de la libertad y la democracia. Porque no es posible la existencia de una sociedad libre y democrática mientras la lengua de uso esté marcada por prácticas idiomáticas que cercenen, censuren y empobrezcan los actos de habla de sus ciudadanos.

El registro idiomático del hablante venezolano de estos años tiene una carga de excesiva violencia, un alto contenido soez y una marcada informalidad que lo degrada y vulgariza. El usuario de este pobre idioma, llamado El Hombre Nuevo del socialismo del siglo XXI se nota cada vez más enfermo, culturalmente hablando, desamparado espiritualmente y por lo tanto, ajeno de la fuente natural que lo nutre: la tradición familiar y la educación idiomática (lectura/escritura, escuchar/hablar). Este hablante desprecia la cultura e idioma de sus antepasados. Modela, imita y se adecúa a una neo lengua que no es otra que esta de las narco estructuras lingüísticas del paramilitarismo y la delincuencia organizada.

Los actos de habla del venezolano de estos tiempos están marcados por la informalidad, la improvisación y el uso automático de una jerga de cadencia ajena a su idiosincrasia que son impropios y niegan la riqueza idiomática del venezolano de siempre.

Solo en sociedades democráticas los idiomas prosperan, se enriquecen mientras sus hablantes avanzan en la consolidación de su consciencia idiomática para asumir su destino como ciudadanos libres de una nación y república.

 

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1