“La resurrección es posible”: la historia del médico que se congeló en 1967 para renacer un siglo después

“La resurrección es posible”: la historia del médico que se congeló en 1967 para renacer un siglo después

Foto ABC / Manuel P. Villatoro

 

 

 





La fotografía de James Bedford sigue colgada en la ‘Alcor Life Extension Foundation’. Mofletes abigarrados, cejas pobladas y pelo algo encrespado. De perfil, los ojos del retrato miran gélidos a los visitantes. Están casi tan congelados como el propio doctor, cuyo cuerpo aguarda una cura para el cáncer desde hace cinco décadas. Como lo oyen: este psicólogo estadounidense, de 73 años, aceptó que su cadáver fuese criogenizado en 1967 con la esperanza de que la evolución de la ciencia trajera su resurrección y su salvación. Por el momento no ha tenido suerte; y ahí sigue, cual témpano de hielo, en el almacén de la fundación a la que fue donado por su familia. Así lo reseñó ABC.

La historia de este psicólogo va más allá de la chanza.

Con su decisión, estaba convencido de que podría ayudar a dar un paso de gigante a la criogenesis. En su momento, de hecho, la noticia causó gran revuelo en los medios de comunicación de todo el mundo. Llegó hasta España, donde ABC publicó en 1967 un extenso reportaje firmado por el mismo doctor Robert E. Ettinger; uno de los defensores de que la resurrección era posible y, en la práctica, el médico que preservó el cadáver de Bedford en una cápsula sacada de un ‘filme’ de ciencia ficción. «Ahora yace en un recipiente criónico a 196 grados bajo cero mediante el nitrógeno líquido», escribió.

Bedford y Ettinger, médico y paciente, se encontraron poco después del año nuevo de 1966. «Me escribió por primera vez el 28 de enero diciéndome que había quedado impresionado por mi libro ‘Perspectivas de inmortalidad’ y que quería ayudarme a organizar y financiar un programa de investigaciones acelerado dirigido a la congelación de animales», afirmó el doctor. Aunque el psicólogo no tardó en desvelar sus verdaderas intenciones: buscaba «someter su propio cuerpo al experimento congelante porque padecía un cáncer de hígado que se le había extendido a los pulmones».

Lo primero que hizo el buen doctor fue confirmar con la familia del candidato los datos recibidos. Después comenzó el proceso. Investigaciones, conferencias, entrevistas… Amigos y enemigos de Bedford cargaron contra la criogenesis. Creían, y no sin razón, que era algo prematuro. Y terminaron por convencer al psicólogo.

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