Abraham Sequeda: La reivindicación de la libertad en Venezuela y la negociación sin mérito

Abraham Sequeda: La reivindicación de la libertad en Venezuela y la negociación sin mérito

En Venezuela para bien o para mal, ocurren constantemente situaciones dignas de contemplar y analizar con múltiples herramientas, si lo hacemos desde un punto de vista académico. Dicho de otro modo, son frecuentes las escenas e informaciones desagradablemente curiosas.

En concordancia con las movilizaciones de operadores políticos, las disputas que se focalizan y más peligroso se publicitan en términos de una negociación, concentran los intereses de las partes: entre el grupo que controla el poder central y otro grupo que sostiene una “representación” No-gobierno. Este proceso en ningún caso se presenta en los términos y la percepción alineada con los derechos que están en conflicto. 

No es este el caso en que los dialogantes y negociadores antepongan los intereses de aquellos que dicen representar. Aparentemente las condiciones que se discuten son las necesidades reales de la población, pero no lo son. El chantaje y el engaño puede que circunden en la práctica común de las negociaciones, pero son elementos nocivos que acaban con cualquier relación a futuro, y esto ya ocurrió. En el caso venezolano desafortunadamente son herramientas poderosas de uso constante.





En este largo instante del “juego”, la mejor opción que se coloca en la escena es mitigar los efectos del chantaje y el engaño o tal vez, que un bando acceda por una de ellas con mayor fuerza en la transacción. Esta realidad es consecuencia de la alta descomposición institucional y descuartizamiento del sistema de partidos políticos. Los partidos se corrompieron, dejaron de representar a los ciudadanos y se volvieron irrelevantes para la generación de ideas, la planificación y el abordaje científico de las mejoras de la sociedad.

Entonces, tenemos una negociación entre los que han podido ser: algunos cómplices, coautores otros, pusilánimes del ejercicio de la política y un promontorio de desdichados en la planificación. Con este panorama, la ciudadanía no siente que organización política alguna esté acreditada para ser sus representantes en una negociación; a la par, se cuestionan las opciones dentro del espectro político electoral y finalmente percibe que la inobservancia de las normas que prolifera por todas partes e inducida por el propio gobierno-Estado se debe combatir con más carencias en la aplicación de las propias leyes. 

Básicamente los acuerdos giran siempre en torno al grado en que los bandos puedan disponer de la renta, más las migajas que deben ser calculadas y entregadas a un “colectivo”, con la creencia (en el mejor de los casos) de que se está cumpliendo con los más altos estándares de democracia y por supuesto distribuyendo las riquezas.

Lo ingrato de la negociación, supone la premisa de que la resolución del conflicto se establece con base a “sanar las heridas” de un daño físico y mental a una población entera, así como reponer lo que ya estaba inicialmente; no en eliminar las causas del daño ocasionado ni establecer responsabilidades sobre el agresor, incluso sobre los coautores. Las negociaciones son realmente un cuadre de posiciones para que nuevamente en el futuro cercano los estrafalarios no pierdan más de lo necesario y sobrevivir ellos, sus partidarios y familiares, por varios años más.

La propuesta del grupo No-gobierno, tendrá la amarga decisión de proponer un simple aspirante a la presidencia sin amenazas y echarlo a la suerte. Los dos bandos podrán luego presentar resistencia y someter al más debilitado. En este punto, el riesgo para todos ellos de una inversión positiva de valores en el país, habrá llegado a su fin. El futuro entonces de Venezuela seguirá estando en manos de los propios negociadores.

Esta fórmula es infalible y reposa en las incapacidades, y también en la viciosa necesidad de disponer de los recursos económicos de la nación sin ahorrar medios; nunca para promover un Estado eficiente, apegado a sus funciones básicas de cumplir y hacer cumplir el marco jurídico, la seguridad de la nación y los servicios públicos de calidad.

Afortunadamente para los venezolanos, cada día que pasa se expande una fuerza que aumentamos desde nuestra propia forma de afrontar las situaciones, felices debemos estar de propiciar la oportunidad en la realización de una propuesta de reivindicación de la libertad en todos los campos y el Estado de derecho sobre el sistema de justicia como recurso ciudadano para adelantar sus planes de vida.

 @abrahamsequeda