Leopoldo López: La única manera de la que podría estar en mi país es muerto o preso

Leopoldo López: La única manera de la que podría estar en mi país es muerto o preso

El opositor venezolano Leopoldo López, conversa con el escritor español Javier Moro. ALBERTO DI LOLLI

 

Que por las venas del venezolano Leopoldo López corre sangre de valientes es tan verdad como que es tataranieto de una sobrina de Simón Bolívar -el libertador americano- y bisnieto de Eudoro López -que enfrentó al dictador Gómez en el siglo XX-. Más hechos. Se plantó contra Hugo Chávez en 2007, movilizó a todo un país en 2014, puso contra las cuerdas a Nicolás Maduro, sobrevivió a las mazmorras del chavismo, su familia estuvo en peligro, protagonizó una complicada huida de Venezuela y, ahora, busca la unión de las disidencias del mundo contra las dictaduras.

Por NURIA LÓPEZ / elmundo.es





Este periplo es el relato de ‘Nos quieren muertos’ (Espasa, 2023), un libro que se publica hoy del escritor español Javier Moro, que recuerda a otra de sus novelas, ‘Senderos de libertad’ (Seix Barral, 1992). En ambas se hace homenaje a que aquellos que arriesgan su vida en busca de justicia, pero es con la historia de este ex preso político con la que se ha querido narrar la “verdad, porque esa no estaba contada, sigue imperando la verdad de los tiranos”, explica Moro, “que son los que mandan la desinformación que tiene confundidos hasta a los propios venezolanos”. “Es la verdad de ellos [Leopoldo López y su esposa Lilian Tintori], de las víctimas, de los ocho millones que han tenido que salir del país, de los que han padecido ese régimen espantoso”, apostilla el Premio Planeta. En definitiva, la historia de un “héroe”, como califica el autor al líder venezolano, cuya hazaña compara a la del ruso Alexei Navalny o el nicaragüense monseñor Rolando Álvarez.

Un “héroe” siempre vestido de blanco -como en esta entrevista- que nunca imaginó que las historias de sus antepasados, de dictaduras y exilios forzados que escuchaba en su casa, de recuerdos de fotos en blanco y negro, un día volverían a repetirse en una Venezuela que supo en algún momento lo que era la democracia y la prosperidad. “Jamás pensé que las iba a vivir en el siglo XXI, a color, que íbamos a volver a ese ciclo de persecución, cárcel y exilio”. Para López como para Moro, ‘Nos quieren muertos’ es una oportunidad para conocer la “verdad” porque “hemos sido blanco de muchas mentiras, ataques, calumnias, manipulación”. Y, sobre todo, para que se comprenda “lo que ha sido el asesinato de la democracia y la libertad en Venezuela”. Además de devolver al país latinoamericano al “ciclo informativo”, ya que “la tragedia sigue, se ha acentuado”.

Hay dos imágenes, recopiladas en el libro, que resumen el sacrificio de López. El momento de su entrega a la justicia, tras ser acusado sin pruebas de alentar a la violencia en las masivas manifestaciones de 2014, y el reencuentro con su familia en Madrid, en 2020, tras huir de Venezuela a través de Colombia. Las dos decisiones más difíciles para el opositor venezolano -y para su mujer, que un día tuvo que asumir que casarse con ese hombre era también adquirir un compromiso con su país para siempre- y de gran impacto mediático a nivel mundial. En los años que separan ambos hitos, “Venezuela ha seguido en una senda de deterioro, hubo un espejismo el año pasado promovido por la dictadura y por otros intereses de que el país se arregló y eso no es cierto. Hoy, lamentablemente, es una nación mucho más desigual de lo que era cuando llegó Chávez”, sentencia el líder venezolano.

¿Y cómo ha cambiado López en todo este tiempo? “Creo que me he enfrentado a realidades muy extremas: la soledad, la cárcel y la injusticia, y he aprendido de eso. Yo me siento mejor persona después de todo lo que lo que he vivido. Tengo mucha más humildad en entender la complejidad de lo que nos toca, el sufrimiento de todos”, responde.

Todavía recuerda su rutina en prisión, aquella que le ayudó a superar la vida entre rejas: “Rezar, leer y hacer ejercicio. Eso lo hice todos los días con disciplina espartana”. Todo el proceso vivido le vinculó con la realidad de miles de venezolanos (por la falta de acceso a agua potable o de electricidad, entre otras carestías). “Fue muy duro, pero también de mucho crecimiento y, a pesar de todo, no guardo resentimiento, no miro hacia atrás con rabia, esperando nada a cambio, lo que yo hice (entregarse) fue por decisión propia”. El mismo arrojo que le impulsó a escapar de su país, algo que no ha sido visto con buenos ojos por todos los venezolanos y sobre lo que López es rotundo: “Entiendo la frustración que todos tenemos de que todavía no hayamos salido de la dictadura. Si yo pudiese estar en Venezuela, estaría, pero la única manera de la que yo podría estar hoy es muerto o preso y yo también tengo una responsabilidad con mi familia, y creo que hay mucho que puedo hacer estando fuera”.

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